Esta entrada la escribo tarde, el aniversario de los ciento cincuenta años de la publicación del libro de Charles Darwin, El Origen de la Especies, merece ser recordado por su contribución al desarrollo no solo en el campo científico, en especial de la biología, y la genética, sino a toda la historia del pensamiento.
Para explicar lo controvertido y el tamaño de esta contribución quiero recordar una anécdota de la primaria, que creo recrea bien los estragos que causa esta teoría propuesta por Darwin.
Cuando cursaba el quinto año de primaria, y toco el momento irremediable de tocar el tema en la clase de biología, la maestra nos explico lo que venía en el libro, todo lo que es de conocimiento común; al terminar la atingente explicación hizo la siguiente acotación. “Pero niños fíjense que en todos los zoológicos tenemos changos y estos todavía no se parecen a nosotros, y al menos yo no creo que descienda de un mono.”
Hubo mucho más pero estas palabras fueron las que persiguieron hasta el día de hoy. Ahora creo entender un poco más el contexto, en el instante que se vertieron, francamente no entendí nada de la evolución ni de la teoría de la selección natural, y de cómo esta va dejando o desapareciendo ciertas características en los individuos de una especie.
Pero algo llamaba dentro de mí, que dicha teoría tenía algo de razonable, sobre todo cuando se echa un vistazo a las evidencias de los organismo vivos que nos precedieron en el habitad del planeta, lo organismo ínfimos que permitieron la vida, tal como hoy la conocemos.
Cuando medio comprendí, la teoría que fue hasta la preparatoria, todavía tenía presente las palabras de mi maestra de quinto años, y quería enmarcarlas, darles una dimensión, creo que ahora puedo. Estas palabras son vertidas en un contexto social, y cultural determinados, vivo en un pueblo pequeño, devoto, y hasta hace no mucho regido al candor de las campanas de la iglesia.
Una de las primeras cosas que se no enseñan, es que el creador de todas las cosas es Dios, y que todo está tal cual como él lo creo, es decir sin cambios. Una teoría que te venga a decir que las cosas están en continua transformación no cabe en esta tradición, porque sería tanto como aceptar que Dios se equivoco en la creación y que se la pasa experimentando, por decir aprendiendo a utilizar sus poderes creacionistas; esto no es posible, Dios es perfecto y también las cosas que creo.
Segundo y creo que más importante, en la tradición Cristiana, se afirma, que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por lo que la idea de un Dios con descendencia homínida no causa ninguna gracia. No nos sentimos parientes de chango, ni creemos estar íntimamente relacionados con las otras criaturas y seres vivos de este planeta; pese a que nuestro ADN nos grite lo contrario.
Personalmente como cristiano que soy, creo en Dios, en la creación, pero al mismo tiempo, no veo como la teoría de la selección natural, y la posterior de la evolución se contrapongan a la existencia de Dios, se contrapone a nuestras tradiciones, no a nuestra fe.
Y me encanta la idea de un Dios que sigue creando.
Para explicar lo controvertido y el tamaño de esta contribución quiero recordar una anécdota de la primaria, que creo recrea bien los estragos que causa esta teoría propuesta por Darwin.
Cuando cursaba el quinto año de primaria, y toco el momento irremediable de tocar el tema en la clase de biología, la maestra nos explico lo que venía en el libro, todo lo que es de conocimiento común; al terminar la atingente explicación hizo la siguiente acotación. “Pero niños fíjense que en todos los zoológicos tenemos changos y estos todavía no se parecen a nosotros, y al menos yo no creo que descienda de un mono.”
Hubo mucho más pero estas palabras fueron las que persiguieron hasta el día de hoy. Ahora creo entender un poco más el contexto, en el instante que se vertieron, francamente no entendí nada de la evolución ni de la teoría de la selección natural, y de cómo esta va dejando o desapareciendo ciertas características en los individuos de una especie.
Pero algo llamaba dentro de mí, que dicha teoría tenía algo de razonable, sobre todo cuando se echa un vistazo a las evidencias de los organismo vivos que nos precedieron en el habitad del planeta, lo organismo ínfimos que permitieron la vida, tal como hoy la conocemos.
Cuando medio comprendí, la teoría que fue hasta la preparatoria, todavía tenía presente las palabras de mi maestra de quinto años, y quería enmarcarlas, darles una dimensión, creo que ahora puedo. Estas palabras son vertidas en un contexto social, y cultural determinados, vivo en un pueblo pequeño, devoto, y hasta hace no mucho regido al candor de las campanas de la iglesia.
Una de las primeras cosas que se no enseñan, es que el creador de todas las cosas es Dios, y que todo está tal cual como él lo creo, es decir sin cambios. Una teoría que te venga a decir que las cosas están en continua transformación no cabe en esta tradición, porque sería tanto como aceptar que Dios se equivoco en la creación y que se la pasa experimentando, por decir aprendiendo a utilizar sus poderes creacionistas; esto no es posible, Dios es perfecto y también las cosas que creo.
Segundo y creo que más importante, en la tradición Cristiana, se afirma, que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por lo que la idea de un Dios con descendencia homínida no causa ninguna gracia. No nos sentimos parientes de chango, ni creemos estar íntimamente relacionados con las otras criaturas y seres vivos de este planeta; pese a que nuestro ADN nos grite lo contrario.
Personalmente como cristiano que soy, creo en Dios, en la creación, pero al mismo tiempo, no veo como la teoría de la selección natural, y la posterior de la evolución se contrapongan a la existencia de Dios, se contrapone a nuestras tradiciones, no a nuestra fe.
Y me encanta la idea de un Dios que sigue creando.
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