martes, 8 de diciembre de 2009

Copenhague 2009

En estos días se realiza la una reunión en la capital de Dinamarca, en donde los líderes del mundo tomarán decisiones sobre el problema del cambio climático.

Y como los adictos el primer paso que hay que dar es que tenemos un problema, que nuestras acciones están teniendo un impacto en la atmosfera, que este impacto se está reflejando en un incremento en la temperatura promedio de la tierra. Con las consecuencias que estamos viendo en nuestro entorno.
¿Qué se puede esperar de esta cumbre?. Como toda cumbre no debemos esperar mucho, las expectativas no parecen ser muy alentadoras, sin embargo tampoco debemos decantarnos abiertamente por el pesimismo, hay pasos concretos que se están dando, y en eso es en donde debemos de llegar a un acuerdo.

Hay un punto que a nuestro país particularmente le interesa, y es el que tiene que ver con las responsabilidades de cada nación en el problema que tenemos presente. Uno de los argumentos que los países emergentes realizan es que estos no son responsables de los niveles de CO2 que hay en la atmosfera, ya que la mayor parte de la emisión de este gas la han realizado históricamente los países más desarrollados, que el proceso de industrialización que llevaron a cabo y que les permite tener los niveles de vida que hoy poseen, se baso en el empleo de tecnología contaminante; por lo que resulta injusto que se pida a los países pobres detener su proceso de desarrollo, para pedirles que empleen tecnologías más limpias, que son más caras, retrasando con esto el crecimiento económico de estos países.

Uno de los principales exponentes de esta tesis es China, no es de extrañar, es el país emergente con mayor crecimiento económico, y se ha convertido en el segundo emisor de CO2 a la atmosfera a nivel mundial; en unos años se espera que rebase a los Estados Unidos, país que hoy ocupa el primer lugar.

A pesar de esta posición es válida, no podemos ser tan cortos de miras lo mexicanos, que hoy somos responsables del 2% de CO2 que se vierte a la atmosfera, y ese no es el mayor impacto que nuestro crecimiento económico está causando en la naturaleza, la tala inmoderada, la sobre explotación de los mantos acuíferos, la desertificación, son problemas que tienen a nuestro país al borde de una crisis ambiental.


México en los próximos anhela crecer económicamente, esto nadie lo discute, es una necesidad, una premisa para aspirar a un futuro mejor, y lo pretendemos hacer a tasas sostenidas del 5% en promedio anual, lo que de darse el caso, que esperemos así sea, para el año 2025 creciendo a ese ritmo tendremos una economía 75% más grande que la actual, y por ende más contaminante, demandante de recursos naturales, y de energía.


El crecimiento económico demanda recursos naturales, y los más importantes son los energéticos, como gas, petróleo y carbón, toda nuestra base tecnológica actual se basa en estos, y es con esta tecnología que pretendemos crecer, porque hasta donde sé, en ninguna parte se plantea que nuestro futuro energético este en otra parte que no sean lo hidrocarburos o el carbón.

Una de la decisiones que tenemos que tomar independientemente de lo que el gobierno mexicano lleva bajo el bazo a la cumbre de Copenhague; es que no podemos aspirar al desarrollo destruyendo nuestro espacio vital, no podemos hipotecar nuestra fauna, y flora, para alcanzar niveles de crecimiento económico más elevados.
Tampoco podemos darnos el lujo de ir lento en nuestros deseos de crecimiento económico, por lo que solo hay una solución posible, que corre por dos vías distintas, pero paralelas, una es la normativa; constituidas por la leyes y reglamentos que se elaboren para incentivar y proteger la inversión, los recursos naturales, a la flora y a la fauna, y las acciones restaurativas que tenemos que emprender en los lugares donde hay verdaderos desastres naturales. La segunda, tiene que ver con la ciencia y la tecnología, sin esta dos aliadas, no hay camino viable, necesitamos tecnologías que hagan de nuestra base tecnológica actual un tanto más eficiente, para darnos el tiempo suficiente de desarrollar una base tecnológica diferente, que tenga como punto de partida el de ser no solo más eficiente que la anterior, sino, la capacidad de ser menos contamínate, y de ser posible inocua.



Ese es el tamaño de la empresa que tenemos que enfrentar los mexicano, desde el día de hoy, no podemos hacer menos, queremos ser un país mejor, socialmente responsable, más justo, entonces la políticas ambientales no pueden quedar fuera de la discusión del desarrollo; antes al contrario, tenemos la obligación de partir de ellas.

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