jueves, 3 de abril de 2008

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El impasse energético: ¿cómo nos ven?

Rafael Fernández de Castro
03-Abr-2008
Para Ricardo Sennes, director de Prospectiva en Consultoría de Brasil, México cuenta con recursos estratégicos (el petróleo) mucho más ventajosos que su país.



Rafael Fernández de Castro

En la incapacidad de la clase política mexicana de llegar a ciertos consensos, como los cambios necesarios en Pemex, para que la empresa funcione y nos asegure un abasto de energéticos, hay una buena dosis de miopía. Las dinámicas de competitividad del mundo tienen sin cuidado a nuestros políticos. Desde luego, no parece preocuparles que México esté sumido en el lugar 55 en el indicador de competitividad desarrollado por el Foro Económico Mundial.

Desde principio de los años noventa, cuando México era visto en el orbe como una de las economías emergentes más innovadoras en cuanto a cambios estructurales, nuestro país se ha venido rezagando en sus índices de competitividad. A principios de los noventa era México, y no Chile que ahora ocupa el lugar 23 en el índice de competitividad, el ejemplo para América Latina, en cuanto a apertura comercial y modernización. Así observan el actual impasse mexicano algunos especialistas internacionales del tema energía.

Según Sidney Weintraub, quien el año pasado recibió el Águila Azteca por una vida dedicada a estudiar a México y quien acaba de publicar el libro Energy Cooperation in the Western Hemisphere: Benefits and Impediments (CSIS, 2007), la clase política debe encontrar un camino en el que coincidan la actual e inadecuada política energética con el sentimiento y la opinión popular, de manera que se puedan hacer cambios significativos en el sector energético. Para el especialista, el rendimiento, la producción y el potencial energético van a la baja y Pemex carece de la tecnología necesaria para explorar en aguas profundas del Golfo de México.

Con esa vena de un académico que ha visto mucho, Weintraub me explica que el país podría correr con suerte y tropezar accidentalmente con un hallazgo mayor, como sucedió con Cantarell, una gigantesca cuenca petrolera creada por el impacto de un meteorito que se encuentra debajo del Golfo de México. Sin embargo, concluye que es muy poco probable. “Rezar por una intervención divina no es la política más racional”.

El tema desde el punto de vista de este estudioso estadunidense no es la privatización de Pemex, sino la forma en que ésta pueda transformarse en una empresa abierta a las alianzas estratégicas con empresas privadas, del país y extranjeras.

Para Ricardo Sennes, director de prospectiva en consultoría de Brasil, México cuenta con recursos estratégicos, en este caso el petróleo, mucho más ventajosos que su país. Sin embargo, no ha sido capaz de definir una estrategia sustentable para el sector. Él identifica tres problemas básicos: el régimen fiscal de Pemex, el modelo de empresa y la falta de infraestructura y tecnología.

En el primero, enfatiza que el principal problema radica en que Pemex “mantiene” al gobierno mexicano. Es decir, que parte importante de sus ingresos no se invierten y con ello se debilita su capacidad competitiva y de producción. Sobre qué tipo de empresa, considera que Pemex no ha encontrado un equilibrio entre su función social y política (incluso geopolítica) y su viabilidad para modernizarse. Pemex debería tomar el ejemplo de algunas empresas mixtas, que le podrían servir como parámetros con el fin de repensar su estructura. Finalmente, Sennes insiste en que Pemex se ha concentrado en “controlar” los recursos del petróleo y se ha olvidado del desarrollo económico y el fomento industrial y tecnológico del sector.

Según el internacionalista venezolano Sergio Rodríguez, las decisiones que México tome en materia energética podrían influir en posibles acuerdos de cooperación conjunta, que Venezuela y México pudieran concretar, sobre todo con Centroamérica, en beneficio de la integración energética regional, y especialmente para ayudar a estos países a paliar el alto impacto de los precios del petróleo. Es decir, Rodríguez apunta a que, si México no fortalece su sector energético, su diplomacia hacia Centroamérica será inhibida por falta de recursos. Lo parafrasearía diciendo, una diplomacia pobre es una pobre diplomacia.

Finalmente, Verónica Prado, analista brasileña radicada en Nueva York, considera que el gobierno mexicano ha hecho poco por evitar “una muerte anunciada.” Duda que Pemex pueda resolver sus problemas estructurales y sus deficiencias crónicas y logre la independencia financiera en un plazo corto. Es un hecho que Pemex necesita una profunda transformación, sin embargo, el público mexicano no está preparado para aceptarlo. Pero, mientras eso sucede, no se puede seguir soslayando la necesidad de inversiones en exploración y acceso a mejor tecnología.

La privatización de Pemex es políticamente impensable, debido a las limitaciones constitucionales y las divisiones legislativas, pero, por la vía de los acuerdos de cooperación y las alianzas estratégicas con compañías como Petrobras, British Petroleum, Chevron, Royal Dutch Shell y Statoil, Pemex podría tener acceso inmediato a tecnología de punta para perforaciones en aguas profundas.

Ante la actitud que está demostrando nuestra clase política, parece mucho pedirles que miren el mundo y vean los ejemplos de países que han reformado su sector energético, como Brasil, Noruega y Colombia.

rfcastro@itam.mx

El internacionalista venezolano Sergio Rodríguez apunta que, si México no fortalece su sector energético, su diplomacia hacia Centroamérica será inhibida por falta de recursos.

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