sábado, 30 de septiembre de 2017

Los que merecen protagonizar la reconstrucción

Tanta fastuosidad, tanta elite reunida, tanta puesta en escena, en un gran salón, con acabados hermosos, lleno de las mujeres y hombres que representan la elite de esta nación; la que se encontró con su verdadero rostro los días posteriores al 19 de septiembre, en medio de otro desastre.
En los primeros instantes del 19-S tras la pesadumbre, el miedo y el asombro, miles de espíritus jóvenes inundaron las calles de la devastada ciudad de México; en busca de la esperanza, luchando con las manos, con el pico y la pala contra la adversidad, demostrándonos la inmensa generosidad de alma mexicana; quizás más allá de nacionalismos, el alma humana.
Todo ese esfuerzo, toda esa esperanza, la que nos cubrió de aliento durante las primeras horas de la tragedia, no la vi representada en el boato de la ceremonia en la que el presidente Peña, presento la propuesta de reconstrucción de las zonas afectadas por los sismos de septiembre.
Por ninguna lado vi, a mujeres y hombres que empuñaron picos, palas, que removieron con sus manos los escombros, que se organizaron para enviar víveres y herramientas varias a las zonas afectadas, por más que escudriñe entre los rostros de nuestra elite, no vi el espirito vivo de los héroes de septiembre.
Me tope con los rostros de algunos de los hombres más ricos del mundo, Calos Slim, Salinas Pliego, banqueros, constructores, otros tantos empresarios que pertenecen al uno por ciento de la clase privilegiada de nuestra patria; me topé con los rostros más que conocidos de nuestra elite política, los que a base de comerciales, propaganda, noticiarios comprados, se han colocado en nuestro imaginario, los mismos de hace décadas, los de siempre y sus vástagos; ellos encabezando el proceso de reconstrucción, alejados de la gente, aislados, enclaustrados en un fastuosos salón, sentados entorno a un cuadrado, impávidos, como si el pasado 19 de septiembre no les hubiera golpeado nada.
La hecatombe pasa rápido, se esfuma, pero sus consecuencias nos persiguen, con famélicas figuras pidiendo ser rescatadas, las personas que lo perdieron todo, las que reclaman ayuda; ellas las merecedoras de nuestros mejores esfuerzos, tampoco estaban representadas; su ausencia era notoría; ¿qué papel juegan los héroes y las víctimas de la hecatombe en la reconstrucción planeada por la elite?
¿Acaso no tienen algo que decir los sobrevivientes al terremoto? el que perdió su casa, el que está a punto de perderla, el que tiene miedo de volver a ella, la que perdió un esposo, o su negocio, la que se enfrenta a una revictimización, ¿tienen algo que decir los afectados por el sismo sobre el proceso de reconstrucción?, ¿la recibstrucción contemplara las técnicas y tecnologías necesarias para que sus casas resistan de mejor manera una nueva sacudida de la tierra?
¿Qué lecciones nos deja esta tragedia?
Para mí la lección es clara, me deja esperanza, la esperanza con la que los miles de mujeres y hombres jóvenes, salieron a recoger los restos de la patria que les hemos dejado.
Si ellos son perfectamente capaces de recoger los escombros; son entonces merecedores de tomar el protagonismo de la reconstrucción, no los grandes empresarios, no la clase política; este proceso debe estar encabezado por los miles de mujeres y hombres que inundaron las calles, y asistieron a los afectados; los necesitamos, una vez más para que la ayuda llegue a los auténticos damnificados  y deben ser esto últimos los que también participen en el proceso de recuperar algo más que cuatro muros, algo más que la fachada de una casa,  o una torre de condominios, son ellos los que nos ayudaran a recuperar el alma de nuestros hogares, plazas y calles.
¿Qué cómo se hace eso? Son solo detalles; nuestros jóvenes nos han demostrado cómo se organiza la ayuda y se mueve la esperanza. Sus herramientas serán otras pero el espíritu será el mismo.

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